
Un día de junio, desde Londres, el director de la Escuela Peruana de Sommeliers (EPS), Jorge Jimenez Garavito, postea en su instagram que está en Hedonism Wine, comprando vinos de Madeira para una próxima cata de lujo y noto gran entusiasmo en los comentarios, por lo cual, sin saber leer ni escribir, levanto mi dedo, me anoto y me confirma sitio! Yee!!
Digo, sin saber leer ni escribir porque de Madeira no sabía ni que existía y me anoté al toque porque en la EPS los cupos para alumnos libres se acaban volando, uno acaba en lista de espera y solo si hay mucha suerte se logra asistir. Comprenderán que es por el alto nivel de su enseñanza y sus profesores, especialmente su director, a quien mucho le debo estar en este mundo del vino….pero esa es otra historia que ya les contaré.
Pues bien , no me equivoqué, porque cuando se dio a comienzos de noviembre, fue una cata muy rica en conocimiento sorprendente. Resulta que Madeira es una isla portuguesa situada a 1,100 km de Portugal en el océano Atlántico. Tiene una superficie de 732 Km2 y sus viñedos se encuentran sobre terrazas, como escaleras que van desde la orilla del mar hasta lo mas alto, como los andenes incas ¿Se imaginan que bonito?
Resulta que allá por los años 1700, con el desarrollo del comercio entre Portugal e Inglaterra la importancia estratégica de Madeira aumentó porque era una escala para el aprovisionamiento de agua de la flota mercante inglesa y el vino era un producto básico para los largos viajes , además de ser un elemento de comercio.
Los exportadores de los vinos de Madeira se dieron cuenta que los vinos que transportaban aguantaban mejor el viaje en barco cuando se fortificaba (se añadía) con un poco de
aguardiente. Y también, se descubrió que el vino mejoraba notablemente con el calor que soportaban durante los largos viajes y las altas temperaturas sufridas al atravesar la línea Ecuatorial. El vino adquiría un atractivo aroma a nueces, se volvía más intenso.
Estos sorprendentes descubrimientos se empezaron a replicar hasta la actualidad y los vinos de Madeira son conocidos en el mundo por su peculiar forma de vinificación y por su extraordinaria longevidad.
Los mejores Madeiras son elaborados con las cinco uvas blancas de la región: Sercial, Verdelho, Terrantez, Boal (Malvasia-Fina) y Malvasia (Malmsey), pero también se elaboran con uva Tinta Negra, Tinta Negra Mole, Mole, o Negramoll, que es la Negra Criolla en Perú.
Vinificación
Es muy interesante saber de sus técnicas de vinificación, sin entrar a mucho detalle, uno de sus métodos es el “estufagem“ para que el vino sufra el efecto de invernadero calentándose tal y como sucedía en los barcos que transportaban el vino en siglos pasados. Las antiguas barricas de madera ahora son de acero inoxidable con calefacción controlada entre 45º y 50º durante tres meses como mínimo. Otro método, que resulta en vinos mucho más caros y de más calidad es el «Canteiro» que consiste en dejar las barricas a la intemperie, bajo el sol o la lluvia. El vino debe permanecer al menos dos años pero es común encontrar vinos de 10, 20, 50 o hasta 100 años!! Es lo más loco que he escuchado.
En nuestra cata, probamos 4 deliciosos Madeiras con diferentes grados de dulzor. A mi me gustó el más seco elaborado con la uva Sercial, pero todos estaban muy buenos porque tienen un estupendo equilibrio entre la acidez y el dulzor. Toda una experiencia degustarlos!!
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