
Cuando Coco Peralta, el export manager de Viña Perez Cruz, nos dijo a LasChicasDelVino: «visítennos en nuestra bodega», le tomamos la palabra y para allá nos fuimos como parte de nuestro viaje enoturístico a Chile.
Y las sorpresas no dejaron de sucederse una tras otra. Primero porque nos recibió Titi de Gavardo, con quien hicimos clic inmediatamente porque nos trató como si nos conociera de toda la vida y también porque es una absoluta apasionada del vino y todo lo que comprende la bodega Perez Cruz. El entusiasmo y la vehemencia con que nos iba contando cada detalle hacía que nos sumergiéramos rápidamente en el mundo y la filosofía de esta viña.
Segunda sorpresa, poder apreciar una bodega hecha en madera nativa de pino y sellada con cera de abeja, con sus dos naves construidas en forma de barrica, unos arcos exteriores que evocan viento y árboles y en la base un muro rústico de piedras sin labrar llamado pirca, como lo que hacían los incas. Muy original, sustentable y de mucha armonía con el entorno.
Otro punto singular que no había visto antes es la manera de cuidar sus barricas y botellas ante movimientos sísmicos que sabemos que hay muchos en Chile. Las barricas las apilan en anaqueles de fierro y las botellas en unas cajas como jaulas de metal que en ambos casos evitan que se caigan y se rompan.
Conocimos mucho de Germán Lyon, el enólogo jefe de la viña, quien trabajó y se especializó en Francia antes de integrarse a Perez Cruz donde está desde hace más de 20 años. Nos contó anécdotas y la filosofía de su trabajo que tan buenos resultados está dando.
Visitamos su sala de enormes tanques de acero inoxidable y su cava de guarda subterránea donde controlan tanto el frío como la humedad y ahí en ese lugar hermoso rodeadas de barricas fue la esperada cata de 4 de sus vinos, su cabernet sauvignon gran reserva, el carmenere limited edition, el syrah, limited edition y el Liguai, cada uno con la explicación apasionada de Titi que nos hizo comprenderlos mejor, cada cual con su tipicidad y sorpresa tras sorpresa, uno mejor que el otro, realmente que estupendos vinos.
Y eso no fue todo, para terminar la visita tuvo la gentileza de hacernos probar dos de sus vinos icono, el Pircas Cabernet Sauvignon y el Quelen Special Selection, ambos una total delicia. Nos fuimos felices sin querer irnos ante tan amable atención y llevándonos en las manos un Chaski, otro de sus íconos elaborado 100% con la uva petit verdot, una variedad de origen francés de la región de Burdeos, que normalmente se utiliza para blends y que probamos nuestra última noche en Chile. El Chaski es potente, bien estructurado, pero con mucha suavidad, disfrutarlo fue el cierre con broche de oro de nuestra visita a Chile.
Felizmente están los vinos en Perú porque los tenemos que probar de nuevo sin dudarlo.







