
Una de las visitas mas acogedoras y de mucho aprendizaje para Las Chicas del Vino, fue la que nos brindaron Luis Urbina y Enrique Orellana, dueños y socios de este proyecto de pequeña producción en Colchagua.
La primera parte fue ir a sus campos donde tienen sus viñedos y ahi en medio de las parras nos contaron que el nombre de la Viña se debe a la figura de herradura que forman las montañas que rodean el valle de La Patagua en Santa Cruz. Nos contaron también del manejo del agua y que son los únicos que trabajan con uvas carignan y petit verdot en la zona.

Ellos son una viña familiar, Luis y Enrique son cuñados y trabajan también con otros familiares cuidando mucho su tierra y trabajando muy bien sus uvas a lo largo de todo el proceso, muy a conciencia desde la poda en adelante, dedicación que ha dado como resultado los premios que vienen ganando desde hace varios años:
- En el 2017 su carignan fue premiado con doble oro en Catador Ancestral Wine Awards y en la guia de descorchados
- En el 2018 tuvieron medalla de oro en el Concurso Catador Internacional con su Petit Verdot
- En el 2019 sacaron medalla de plata con su Petit Verdot, «Papa Viejo» en el concurso Catador Internacional.

En el 2020 no hicieron vino por la pandemia. Su producción actual es de alrededor de 3,500 botellas por cada cepa y tienen como mística y política vender a tiendas de vinos, en las ferias, a los amigos. No les interesa la venta masiva como los supermercados y de esa manera, con la venta directa, conociendo a sus consumidores, a sus clientes, mantienen el sello y la magia de la pequeña producción.
Luego de ese paseo entre viñas, en el que no solo aprendimos de su trabajo y su filosofía, sino que disfrutamos el verde del paisaje hermoso de esa parte de Colchagua, nos llevaron a su bodega. Ahi lo primero que vimos alrededor de la construcción fue un sembrío de uva tintorera, que no la embotellan sino que la venden a otros productores quienes la usan para distintos fines como mejorar el color de algunos vinos o a la comunidad china que la utiliza para maquillaje.
Dentro de la bodega pudimos ver y escuchar la explicación de sus procesos, del uso de su maquinaria, vimos como etiquetan sus botellas manualmente y finalmente pasamos al momento esperado de probar sus vinos, todos con lindas historias y anécdotas detrás.

La línea Guairabo
Probamos su línea Guairabo que tiene una gran variedad de cepas: Guairabo Semillón Late Haravest (cosecha tardía), Guairabo Rosé Late Harvest, Guairabo Carigñan, Guairabo Petit Verdot, todos los que nos iban sorprendiendo por lo buenos que estaban.
¿Y porqué se llaman Guairabo? Guairabo que es una garza enana de vuelo nocturno que vive en los humedales que en la zona de la patagua hay muchos. Esta ave vuela sobre las parras, sobre las mejores viñas, las cuida y de las mejores parras toma las ramas para hacer su nido, por ello en su honor, sus vinos llevan su nombre y si nos fijamos en las etiquetas el ojo cambia de color porque cuando el guairabo saca una rama, si sacó una de carignan su ojo se pone lila, si saca una de semillón su ojo se pone amarillo, todo lo cual lo reflejan en sus etiquetas. Esa es la historia.


Su vino Lógico
Este vino se elaboró en colaboración con Javiera Ortúza, una enóloga joven que es su clienta porque les compra uva. En el año 2019, Enrique Orellana y Javiera decidieron hacer un vino con el cabernet sauvignon, que ya en la actualidad no tienen, y la anécdota cuenta que ella como enóloga daba las instrucciones y cuando se le preguntaba el porqué sobre diferentes indicaciones o hacer las cosas de determinada manera, ella contestaba: «Porque es lógico». Y la palabra lógico estuvo presente en toda la producción, por eso decidieron ponerle ese nombre a este vino hecho integramente con levaduras nativas.

Vino Papá Viejo
Este vino es en honor a Enrique Orellana Fernandez, el padre de Enrique Orellana, abuelo de los hijos de Luis Urbina.
Papá viejo es quien comenzó este sueño. Don Enrique Orellana llegó muy jóven a la Patagua, cuando la zona era un fundo y empezó a trabajar ahi como carpintero. En el año 1970, se produce la reforma agraria en Chile y las tierras fueron repartidas a los trabajadores, así el señor Orellana, de ser un carpintero pasó a ser agricultor porque le tocó un pedazo de tierra con viña, un pedazo de tierra para trabajarla con otros productos y un pedazo de tierra para construir su casa. Empezó a trabajar en algo que no sabía y sin embargo logró ordenar la viña, mas allá de lo que antiguamente se acostumbraba, que era producir simplemenente uva para vino tinto o blanco, no por cepas. Eso cambió y empezaron a vender uvas a grandes bodegas de la zona.
Sin embargo, en el año 1994, Papá viejo enfermó, un cancer agresivo se lo llevó sin alcanzar su sueño de tener un vino. Así que su hijo Enrique Orellana, que estudiaba mecánica en Santiago, volvió al campo a administrar las casi 20 hectáreas de tierras y continuar lo que habia hecho su padre.
Por eso, en honor a Don Enrique, a su perseverancia, a la constancia, al ejemplo que les dejó es que le pusieron su foto y su nombre en la etiqueta y porque además siempre está presente en las reuniones familiares, en las conversaciones, los nietos saben de quien se habla. Su hijo Enrique conduciendo la viña ha puesto muy alto el nombre de la uva de la familia Orellana porque este vino ya ha ganado oro en 2018 y plata en 2019 en el concurso de Catadores Internacionales.
Así terminó nuestra visita, leyendo la etiqueta de «Papá Viejo»: Es un petit verdot que nace del recuerdo, de la fuerza, sacrificio, persistencia y constancia que él tuvo a lo largo de su vida.

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Gracias Luis Urbina y Enrique Orellana por recibirnos, por contarnos tanta historia y enseñarnos como una viña pequeña puede dar tantas satisfacciones a quien la produce y a quienes consumen sus vinos. ¡Felicitaciones!
Esta visita formó parte del viaje de estudio que realizamos Las Chicas del Vino _ Perú a 11 bodegas de tres valles de Chile, Casablanca, Maipo y Colchagua.