
Nuevamente el precioso Valle de Colchagua nos recibe con la impresionante bodega Clos Apalta, donde tecnología y naturaleza se unen para sorprendernos.
Nos recoge un carro en el cual subimos, subimos y subimos rodeadas de viñedos, pensamos que el paseo es solo para apreciar sus campos, pero no, en realidad nos estamos dirigiendo a la misma bodega cuya entrada está en las alturas de un gran cerro verde.
Bajamos del carro y nos encontramos con una explanada que es un mirador donde se aprecia el precioso entorno verde que forma parte de la viña. Pero lo más extraordinario es que estamos en la parte alta de un complejo subterráneo de siete niveles y habíamos llegado a su techo cilíndrico que sobresale de la montaña y que está rodeado por listones de madera que representan las duelas de una barrica. ¡Que increíble todo!
Desde ese mirador también se puede ver la redidencia privada que ahora la han convertido en hotel, el cual están ampliando para recibir más visitantes que deseen pasar la noche ahi y despertarse en esa tranquilidad. ¡Privilegiados aquellos que puedan hacerlo!
Luego nos toca hacer el camino que hace la uva hasta su embotellado, experimentamos un viaje vertical, piso a piso vamos bajando. Primero donde las uvas entran en los toneles de fermentación, más abajo las barricas para la crianza, mas abajo para el tiempo adicional de maduración.
Ya en nivel mas bajo se abre una puerta hacia una sala oscura con el techo lleno de pequeñas luces que asemeja un cieli estrellado, ahi además de barricas que la rodean está una mesa de cata de vidrio y una escalera que lleva hacia más abajo todavía donde las botellas envejecen lentamente entre bloques de granito. Es una bodega 100% gravitacional.
Para finalizar la cata en una sala especial donde conocemos la historia de la bodega mediante un video. Disfrutamos sus vinos, nos tomamos fotos y queda grabada como una memorable visita la mañana vivida allì.


















